Tal vez esta frase suene insípida y falta de todo peso por tantas veces que ha sido esgrimida por diferentes seres humanos, de todas las razas, colores, afiliaciones políticas y religiosas en todo el mundo. Tal vez ya ni siquiera está de moda. Sin embargo: ¡Quiero paz!
Sé lo imposible de mi deseo. Sé lo inútil de esta exclamación, sé lo estúpido del sentimiento y desperdicio de energías tratando de hacer llegar una simple idea a las masas que, hoy por hoy, se bañan en la violencia y no ven otro modo de vida. ¡Quiero paz!
La deseo de corazón para todo el mundo. Me encantaría por una vez, saber que un día en el mundo, tan sólo un mísero día, 24 horas, transcurra sin actos de violencia, sin odios, sin rencores, sin envidias, sin malos sentimientos, sin guerras, atracos ni derramamientos de sangre. ¿Es mucho pedir? Sí, ¡demasiado! Y sin embargo, aquí estoy de nuevo, con el grito en cuello, repitiendo: ¡Quiero paz!
Estoy cansado de la guerra en la que hoy está inmerso todo el mundo. Una guerra que ni siquiera es directa. En una guerra donde el enemigo es cualquiera, donde la desconfianza es la que reina, la inseguridad y la maldad parecen infestar las calles del mundo entero, bajo los atractivos slogans de “libertad”, “seguridad”, “democracia”, “libre comercio”, “por su seguridad”, “por su bien”, “globalización”, “bien”, “mal” y tantos otros, que ocultan detrás una avaricia insaciable e irascible. ¡Quiero paz!
Sé que esa paz es imposible. Sé que esa paz es inalcanzable. Sé que es utópica y efímera, ya que la paz nace en un corazón limpio. En un alma pura que no guarde rencores, que no tenga envidias ni odios, que no sea violenta ni quiera poseer lo que tiene el prójimo, y menos al prójimo mismo. Para que exista la paz, usted, el que está leyendo estas líneas, debe dejar de odiar. Debe olvidarse de las venganzas. Debe perdonar a los que lo han ofendido. Debe ayudar al prójimo o, por lo menos, no estorbarle ni ponerle trabas a la vida de otros. Debe respetar todo tipo de vida, de religión, de color y de pensamiento. Y por eso mismo sé, estoy más que seguro, que eso es un imposible. Y sin embargo: ¡Quiero paz!
Necesito un día de descanso de la violencia que nos inunda a través de la pantalla de la televisión, del Internet, la radio y la prensa. Que por solo 24 horas la lascivia, perversión y perdición dejen de bombardearnos a través de los medios citados anteriormente, poniendo lo denigrante como modo de vida ideal. ¡Quiero paz!
Ruego por que por una vez, algún multimillonario, dueño de cualquier multinacional (a su elegir) sea capaz de dar lo que gana a aquellos que lo necesitan, en lugar de gastar un 0.001% de las ganancias netas en obras de beneficencia para evadir impuestos. Imploro por que los fabricantes de armas dejen de producir un misil por cada diez que hacen y ese dinero (entre 5.000 y 10.000 dólares) lo donen para una escuela en África, ¡lo que alcanzaría para mantenerla durante un año! ¡Quiero paz!
Sueño con el día en que el hombre deje de considerar la guerra, el derramamiento de sangre, el sacrificio espartano de animales y la denigración del ser humano como arte. Sueño por el día en que nombren las cosas por su nombre, sin pensar en las ganancias que dejan de perder unos pocos. ¡Quiero paz!
Vivo pensando en que algún día nosotros dejemos de masacrar delfines por diversión, matar toros porque es la tradición, asesinar y degollar todo tipo de animales porque es colorido, destruir la naturaleza porque queremos “sentirnos mejor”, eliminar a la competencia ya que nos molesta… ¡Quiero paz!
Quiero que cada uno de nosotros, incluyéndolo a usted que está leyendo estas letras, cambie por dentro y deje de ser un egoísta insensible, que prefiere que otros piensen por él y tomen decisiones para evitar su responsabilidad en el hundimiento de este mundo. El no hacer nada, hace mucho más daño que asesinar y robar. Porque la paz comienza por cada uno de nosotros. ¡Quiero paz!
Te ruego, lector, te lo imploro. Únete conmigo en este grito, únete conmigo en este ruego. Dile a tu hermano, hermana, padre, madre, amigo, amiga, compañero y compañera: ¡Quiero paz!
Ya que únicamente nosotros podemos lograrla. Nadie nos la traerá y nos la servirá en bandeja de plata. Sólo tú puedes traer la paz. Solo tú puedes hacer algo para parar el odio. Nadie más lo puede hacer por ti. ¡Quiero paz!
Eres un grano de arena en una playa inmensa. Uno entre más de siete mil millones. Y si cada uno de estos granos de arena en verdad quisiera paz, la misma llegaría inmediatamente. Tú, yo, nuestros amigos y familia, entre todos podemos lograr esta utopía, si por un día, un mísero día, en verdad salgamos, gritemos y apliquemos a nuestro diario vivir: ¡Quiero paz!
Martes, Enero 21 de 2014.