Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha luchado con la justificación de la violencia. Pero, ¿hasta cuándo seguiremos en esta espiral destructiva?

Entre las cosas que más me molestan de las personas es la forma de anteponer su verdad para justificar cualquier barbarismo. “Es que los de allá están matando niños”, dice alguien. “Pero es que los de acullá mataron más niños que los de acá”, responde otro. Y comienza el rifirrafe que llevará inevitablemente a una pelea, que no pasará de los “madrazos” en el mejor de los casos; o con la muerte de uno o de los dos contendientes, en el peor.

La realidad es que no podemos utilizar el dolor para justificar causar aun más dolor. No debemos justificar la violencia con más violencia. No deberíamos causar mal si alguien ha causado mal. Esto lleva a una espiral de terror que culminará únicamente con la exterminación total de uno de los bandos. Y, una vez eliminado uno, el bando ganador se sentará a compilar libros, películas, arte y demás para justificar sus acciones, tachándolas de algo bondadoso, ya que fueron realizadas en contra de la maldad del bando que fue vencido (puesto que este no podrá defenderse).

Es por eso que tristemente es cierto el dicho de que “los buenos siempre son los ganadores” y “el bien siempre vencerá”. Lamentable justificación a futuro de un pasado que no tiene justificación…

Hoy somos testigos, en vivo y en directo, de la encarnación del ojo por ojo y diente por diente. Pero eso no es lo peor: lo peor es que, en lugar de condenar a todos los deseosos de sangre, guerras y venganzas sin sentido; tomamos un bando y aplaudimos a rabiar a uno mientras humillamos al otro… 

¡Al parecer los seres humanos no hemos aprendido nada!

La guerra no es una democracia. La guerra no es algo efímero que está al otro lado de la pantalla del televisor o el celular. No es un juego. La guerra es sangre, hambre, enfermedades, destrucción, barbarie, asesinatos, violaciones, mutilaciones… Es la destrucción total de lo que nos hace humanos… Y las consecuencias de esa destrucción (algo en lo que nadie parece querer pensar), perdurarán por décadas – en el mejor de los casos – en las generaciones a venir. Y esas consecuencias son odios entre pueblos, razas, etnias, familias, amigos, que pueden detonar en más guerras, humillaciones y destrucción…

¿Cómo tú, que quieres proteger animales, insectos, la naturaleza, otros seres humanos, eres capaz de apoyar una acción de destrucción masiva?

¿Cómo eres capaz de tomar el lado de un bando (cualquier bando) en un asesinato de todo lo que siempre has querido proteger?

¿Cómo eres capaz de justificar la destrucción, el asesinato, las acciones terroristas o cualquier acto que destruye son saña todo lo que amas y quieres proteger?

Mientras dividamos el mundo en buenos y malos, en amigos y enemigos; las guerras nunca pararán. La espiral de violencia jamás se detendrá. Mientras enseñemos a odiar y menospreciar a alguien (ya sea individuo, ya sea un grupo de personas o todo un pueblo) seremos los generadores de maldad. Y, por ende, seremos maldad.

¿De verdad quieres paz y amor? Actúa acorde a tus intenciones y no te permitas caer en el odio; menos en caer en el odio por alguien. Deja de apoyar la destrucción, la guerra y la justificación de la violencia. Sé bien. Sé amor. Y entonces el mundo sí tendrá ese cambio que estás (estamos) buscando.

Es hora de romper el ciclo. Actuemos con amor y compasión, y construyamos juntos un futuro de paz.

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