Vivir, morir, querer, sentir,
El mudo no es igual a todos.
Es superior, y es mejor,
Pues guarda bien las emociones.
El ciego es bendito igual,
Quizás aún más que los “normales”,
Pues en su ceguera puede ver,
Lo que nos ciega en cantidades.
El sordo no oye la calumnia,
Y también ignora el ruido.
Y en su dicha él no sabe,
Hasta dónde hemos ido.
No hay inválidos, ni lisiados.
No hay nadie menos que otros.
Menores son aquellos qué,
Etiquetan a nosotros.
No existen hombres superiores,
Tampoco hay mujer así.
Somos todos parecidos,
Más con distinto porvenir.
Ni el feminismo, ni el machismo,
Ni el racismo, ni los gais.
No hay diferencia entre nosotros.
Todos somos un mismo ser.
Aquel que juzgue y que endilgue,
Y que señale con el dedo,
Es el primero en mostrar,
A lo que él le tiene miedo.
Y eso aplica por igual,
Y a los racistas y religiosos.
A los nazistas y los falsos,
Y los que creen que son virtuosos.
Aquellos, que pregonen qué
Son portadores de verdades,
En realidad, mentiras traen,
Y con ellas, todos los males.
Y los peores son que dicen:
Que saben el proceder de Dios.
Les cuento que, en Su agudeza,
A nadie Él eso confesó.
Somos iguales. Somos hombres.
Mujeres, seres sin curial.
Y al ser nosotros todos uno,
Por ende, no tenemos igual.
Miércoles, julio 06 de 2016