Ya mucho, mucho tiempo ha pasado
Desde la última vez que escribí.
Quería yo hacerlo, no lo niego.
Pero, a decir verdad, no me atreví.
Estaba en un letargo, anonadado.
Sin creer lo que en el mundo ocurría.
Sin poder asimilar los golpes a la vida,
Que día a día el terrorismo le hacía.
Pensé que estaba loco, que era un sueño.
¡Era imposible que hubiese tal maldad!
Y, sin embargo, entre un extraño velo,
Pude ver que todo era realidad.
Pude ver que el hombre vive de venganzas,
Pude ver que no quiere perdonar.
Pude ver que ansía sangre de otro,
Y que hasta su vida es capaz de inmolar.
Pude ver a aquellos que, en sus manos,
Ostentan las varas del poder.
Pero las utilizan en maldades.
Las usan para destruir el bien.
Y tratan de engañar al mundo entero,
Por medio de avalancha de información,
Que por bondad es que ellos matan y asesinan.
Y que es bien invadir a otros sin razón.
Y el mundo los aplaude, hundido en sangre.
Sin darse cuenta de los muertos el clamor.
Sin ver más allá de su carne.
Sin capacidad de sentir su propio dolor.
¡Oh mundo! ¿A dónde caes raudo?
¿En qué momento has dejado de amar?
¿En qué momento convertiste la esperanza,
En el sacrificio que se hará en el altar?
¿En qué momento vendiste lo que eres?
¿En qué momento te olvidaste de sentir?
¿En qué momento olvidaste los valores?
¿En qué momento te fuiste a destruir?
Y la maldad y la mentira abundan.
Y el odio salpica por doquiera.
Ya no hay amor en esta espesura,
En la que el hombre convirtió el planeta.
Ya no hay futuro para nuestra prole,
Sangre y fuego, es lo que les espera.
El mundo ha entrado en una guerra,
En la que no habrá un ganador en el planeta.
Seremos todos perdedores,
Lo que tenemos, lo habremos olvidado.
Ya no habrá abundancia como antes,
Eso habrá quedado en el pasado.
Y después de décadas de sangre,
De nuevo habrá paz en este mundo,
Tan solo no estoy seguro que el hombre,
Seguirá en él ese segundo…
Domingo, Enero 15 de 2017
