Oh, qué horror, del más profundo,
Y arraigado a más no dar,
Que consume nuestro mundo,
Destruye nuestro bienestar.
No hay espacio para salvarse,
Pues el mundo ha aceptado,
Sin pensar en consecuencias,
La idea de ser ganado.
Ya la marca no es motivo,
De indignación en los humanos.
Al contrario, en su pereza,
Ellos quieren ser marcados.
Y hacen filas y hacen planes,
Del futuro que les espera,
Sin saber que están al borde:
¡Cual corderos en matadero!
Oh, ¡qué horror es el que veo!
Una vez que seas marcado,
No podrás ser lo que eres,
Como animal serás tratado.
Y cuando quieras diferirte,
Sobresalir de entre la masa,
Te pondrán en tu lugar,
Activando la mordaza.
No vendas tú, tu libertad.
Por meras falsas ilusiones,
Que te prometen seguridad,
Dando meras abstracciones.
No vendas tú, tu libertad.
No la regales por mercado.
Ni la vendas tú por plata,
Ni la pongas en regato.
No vendas tú, tu dignidad.
Pues es la base de tu vida.
Si tú la pierdes, te transformas,
En animal, sin más valía.
No vendas tú la esencia pura,
Que te hace ser humano.
Pues si lo haces, es tu fin,
Y te lo digo como hermano.
Y nada tiene esto que ver,
Con que tú seas o no cristiano.
No importa en lo que tú creas,
Lo que importa: ¡no seas ganado!
No es excusa que tu fe,
Sea diferente o no exista.
Tú tienes ojos y cerebro,
A menos que seas egoísta.
Y puedes ver, oír, pensar,
Deducir a dónde vamos.
Tomar las cartas en tus manos,
Y ayudar a tus hermanos.
Recuerda que, como humanos,
Somos los dueños del planeta.
Lo somos todos: no unos pocos,
Cuya propiedad es obsoleta.
Levanta alto tu cabeza,
Siente que eres ser humano,
Reclama lo que es tuyo,
Y deja de ser simple ganado…
Miércoles, diciembre 26 de 2018