No sé cual sea el motivo,
No sé porqué la sensación.
Tan sólo siento el destino.
Tan solo oigo el corazón.
Mas hay veces y me pregunto
Si de verdad la suya es la voz.
Más el silencio es la respuesta,
No hay respuesta del corazón.
Entonces juego con la mente,
Un juego peligroso, qué hacer.
Y me conduce por infinitos laberintos.
Me muestra el amor y el placer.
Pero es peligroso este juego.
Jugarlo también conduce al perecer.
Ya que fantástico es el mundo de la mente.
Y puedo llegar a no querer volver.
Más me pregunto yo entonces,
¿Porque la necesidad de escapar?
Y ocultarse en el laberinto de la mente,
Olvidar el mundo y la realidad.
Y la respuesta me vino de inmediato.
El hombre cansado de sí mismo está.
Y temeroso porque ya no hay divino,
El miedo consumiéndolo sin más.
Por eso es que preferimos,
Perder el tiempo frente al televisor.
Pensando que son nuestros los destinos,
Aquellos que de los personajes son.
E inventamos y fantaseamos,
Tan sólo para escapar de la realidad.
Tan sólo para olvidar que el hombre,
Destruyéndose a sí mismo está.
Más, ay de mí, pobre diablo,
Que estas líneas escribiendo está.
También estoy perdido en la fantasía.
También busco escaparme de la realidad.
También abrigo esta esperanza,
Pensando que la magia existe en verdad.
Pensando que se pueden realizar milagros.
Pensando que Dios viéndonos está.
E incluso rezo casi todas las noches.
Incluso prendo velas para El.
Más es el miedo a estar solo,
El que me obliga a Dios querer.
Y esto lo escribo porque pienso,
En algo que un amigo comentó:
¿Por qué escribo para huir yo de la vida,
Por qué escribo para huir de la situación?
Profunda huella dejó en mí el pensamiento.
Perdí interés por escribir.
Perdí interés por imaginar distintos mundos.
Porqué en realidad eso no va a ocurrir.
Así que este es mi último poema.
No puedo por el momento escribir.
Y me despido por el momento de aquellos,
Que como escritor me devengaron porvenir.
Miércoles, 12 de diciembre de 2001