En un momento de mi vida, soñé que florecía.
Soñé que el Cielo alcanzaba y todo embellecía.
Soñé que el bien estaba al fin en la palma de mi mano.
Y que cualquiera alrededor, era mi hermano.
Soñé que ahora el amor no era impedimento.
Ya no existía el terror, se lo llevó el viento.
Soñé que al fin las discusiones habían terminado.
Y que hermosas emociones llenaban su legado.
Soñé que al fin el mundo entero, lograba el equilibrio.
Que ya no había más maldad, tampoco homicidio.
Soñé que el hombre y la mujer eran semejantes.
Y la guerra de los sexos, preludio de amantes.
Soñé que ahora la moneda no era necesaria.
Había todo en abundancia, de forma planetaria.
Soñé que ahora ya no había división entre los mundos.
Todos los países son primeros, no existen los segundos.
Soñé que ahora el color no resaltaba tanto.
No importaba tu origen, tan sólo tu encanto.
Soñé que al fin había paz: en todos y en mi alma.
Soñé que no quería más: ya me encontraba en calma.
Soñé con una utopía. No tiene otro nombre.
Soñé que al fin llegaba Dios, y sin hecatombes.
Ya no había sacrificios ni luchas por creencias.
Pues Dios completo estaba ahí, en su evidencia.
Ya no había necesidad de demostrar teoremas.
Todos sabían la verdad, sin importar fronteras.
Soñé con todo el bienestar, con el que siempre sueño.
Pero en el sueño lo palpaba; lo sentía bello.
Soñé… Soñé… ¡Soñé yo tantas cosas!
Y al despertar, la frustración, fue mi primer enojo.
Pues, la grandiosa realidad, golpeaba de repente.
Y la maldita ansiedad llenaba otra vez mi mente.
¡Oh, Dios! ¡Oh, Creador! Como yo quisiera,
Que el sueño fuese realidad, que en el Cielo estuviera.
Que toda esa utopía, fuese el día a día.
Y que aquella bondad llenase toda mi vida.
Y presto corro a la calle, a enfrentar el día,
Soñando que, al llegar la noche, sueñe la utopía.
Y que de nuevo esa paz llene toda mi alma.
Y que ahí pueda sanar y traer conmigo calma.
Jueves, 10 de junio de 2021