La oscuridad predominaba,
el mal sobrepasaba todo el bien,
ya no existía ni amor ni esperanza,
ni el valor podía ya prevalecer.
Tan solo el sol cada mañana
me recordaba el vivir,
pero el dolor era tan grande
que nada esperaba yo del porvenir.
Me agradaba ver la luna,
las sombras mis amigas fueron,
la noche me abrigaba de la duda,
de los demonios, los ángeles, el infierno y el cielo.
Pensaba que el fin estaba cerca,
creía que la muerte ya estaba al final,
mas una luz iluminó aquel camino
y mis alas rotas volvieron a volar.
Reconocí de inmediato
y aproveché la oportunidad.
Me dejé llevar por la belleza:
así a ti te pude encontrar.
No puedo describir ya con palabras
lo que en mi vida llegaste a significar,
transformando lo malo en bueno
y dándome una nueva oportunidad.
No sé si estas líneas te digan algo,
no sé si algo te lleguen a comunicar,
pero las escribo desde el fondo de mi alma,
aquella que del infierno viniste a salvar.
No existen las palabras que abarquen,
ni siquiera aquellas que puedan aproximar
todo lo que por mi tú has hecho
y todo lo que aún puedes realizar.
Te amo, es necesario decirlo,
no existe otra palabra que pueda abarcar
aquella sensación que me embarga
toda vez que a mi lado estás.
Octubre 10-2002