Como periodista y comunicador social debo expresar mi inconformidad sobre la forma en que los medios de comunicación cubren la crisis que se presenta en Ucrania desde el mes de noviembre del 2013. Información unilateral, plagada de adjetivos y calificativos enfocados en la manipulación de la opinión pública y la ausencia absoluta de la opinión de la contraparte (o versiones vagas del punto de vista de la contraparte) hacen evidente que estamos en plena Guerra de la Información, en la que no hay ética ni principios válidos con tal de “derrotar” a un enemigo efímero que en realidad no existe.
¿En qué momento esta política Goebbeliana se puso de moda en el mundo? ¿En qué momento los periodistas nos convertimos en soldados cuya misión es destruir las mentes de los que nos ven, nos leen, nos oyen y nos buscan para comprender lo que ocurre en el mundo? Porque las bajas ocurren entre las mentes de la población civil, es decir entre nuestro público. Nosotros, al suministrar información parcial, tergiversada, falsa, incompleta y manipulada nos convertimos en directos responsables en el azuzamiento de la crisis y nos hacemos instigadores y partícipes del engaño al que sometemos a la población del planeta. ¿Acaso nos hemos convertido en el brazo más peligroso de los políticos, en su perro de ataque encargado de preparar el terreno para un beneficio económico que obtendrán ellos a costa de la sangre de la gente del común?
Es más que claro que en este momento hay una lucha por la hegemonía mundial entre los Jefes de Estado de Estados Unidos y Rusia (OJO: Entre los políticos, no entre la gente que vive en estas naciones) y el escenario de la lucha que antes fue Siria, se trasladó a Ucrania. Pero nosotros, los periodistas y comunicadores, no debemos tomar partido en esta situación. Nuestro papel ha de ser de imparciales, de transmisores de información y explicación de los hechos, basados en pruebas reales, para el público. No en los encargados de defender los intereses de Estados Unidos o Rusia. No en los encargados de defender los intereses de la Unión Europea. Nosotros somos la voz, los oídos y los ojos del pueblo y para el pueblo y, al dar información falsa o “interpretando” los hechos, fomentamos los odios entre las personas, las naciones, etc. Desde hace algunos años nos hemos convertido en transmisores de chismes, lo que en política internacional es más que grave: es catastrófico. Y en caso de que la conflagración en Ucrania salga de sus fronteras, seremos los primeros responsables de que ello ocurra.
Periodistas, comunicadores: ¿cuál es la diferencia entre los hechos que ocurrieron en la plaza del Maidán de Kiev y los que ocurren hoy en el oeste y sur de Ucrania? El escenario es el mismo. La diferencia es que el Maidán fue apoyado y promovido por Estados Unidos y la Unión Europea mediante su directa participación durante las manifestaciones (los videos que lo comprueban están en Youtube), mientras que el levantamiento del oeste y sur de Ucrania es apoyado por Rusia (aun no se sabe con certeza y pruebas reales si hay participación directa de Rusia en el oeste de Ucrania). Entonces, ¿por qué nos damos el lujo de señalar qué o quién es legal y qué o quién es ilegal en Ucrania? ¿Por qué nos damos el lujo de insinuar a nuestro público quiénes son los buenos y quiénes son los malos en este conflicto? ¿Con qué derecho? Recuerden que al parcializar la información, nos convertimos en responsables de las consecuencias de dicha información.
El mundo ha cambiado. Vivimos en el siglo XXI donde la tecnología nos permite estar en ambos lados de las barricadas, tener contacto con el mundo entero. Ni siquiera tenemos que salir a buscar las fuentes, gracias a las excelentes comunicaciones de hoy. Entonces ¿por qué seguimos trabajando igual que en el siglo pasado? ¿Por qué ignoramos a la contraparte, pudiendo contactarla y dejar que ellos den la información?
Es un hecho que Ucrania está dividida en dos partes. Pretender cerrar los ojos ante esto es una estupidez. Esta tendencia en Ucrania es evidente desde su desprendimiento de la Unión Soviética en 1991. Todos los comunicadores hemos sido testigos de este proceso. Hemos visto que la mitad de la nación estaba de acuerdo con unirse a Europa y la otra mitad en contra. Las últimas tres elecciones presidenciales y parlamentarias en el país lo demuestran. Y no tenemos ningún derecho de señalar a los que tienen la razón, ya que ambos bandos la tienen. Dejemos que la historia decida, pero no nos convirtamos en dictadores de la misma.
Este siglo es el siglo de los comunicadores. Es el siglo de la información. El poder, el verdadero poder, está en las manos de los comunicadores y periodistas. No dejemos que este ahora se convierta en el escenario previsto por George Orwell en su novela 1984; que hoy, gracias a nosotros, se está transformando de ficción en una triste y aterradora realidad.
Para finalizar los reto a responder a las preguntas del siguiente montaje:
Abril 16 de 2014