Me tiemblan las manos,
Me tiembla la voz,
Se estremece mi cuerpo
Pierdo con lentitud la razón.
Enfocado en una sola cosa,
Deseando tan sólo un milagro.
Desesperado por lo estancado,
Perdido en el infinito largo.
Libérame, tú que todo lo puedes.
Ayúdame de esta trampa salir.
Concédeme aquello que te pido,
Por ello dispuesto estoy a morir.
No importan las dificultades,
No importa a quién tenga que acudir.
Cumpliré al pie de la letra lo que estipules,
Más ayúdame, no me dejes en la soledad morir.
Ya ni siquiera la voz me alcanza.
Nada más tengo que decir.
Todo lo he dicho con firmeza,
Tan sólo queda la apatía de un oscuro porvenir.
Aunque sé que sobreviviré el sentimiento,
Ello es lo que más temo perder.
De ello están hechos los hombres,
Esto es lo que no quiero perder.
Se me está poniendo a prueba,
Casi he llegado al límite ya.
Aunque todavía me queden fuerzas,
Teniendo una vida que soportar.
Porque ya no se trata de vivir plenamente,
Ya es tan sólo por la vida pasar.
Oscuridad, el velo que me envuelve.
La apatía al dolor ha venido a reemplazar.
Y ello es lo que me estremece,
Tan bajo he caído ya.
Un incendio ayer he visto,
Y ni siquiera intenté ayudar.
Me estoy volviendo loco lentamente,
La razón me está abandonando sin cesar.
En donde me he equivocado,
Que tengo que hacer para enmendar.
Este abandono me asusta,
Esto me espanta sin cesar.
Este desinterés absoluto,
A nada bueno puede llevar.
¿En dónde me he equivocado?
¿En dónde mi error está?
¿Qué tengo que hacer para enmendarlo?
¡A todo mi alma dispuesta está!
¿Tal vez es el precio del milagro?
Si es así, dímelo ya.
Porqué ahora sueño que se ha realizado,
Y el despertar es un horroroso pesar.
Espero impaciente las noches,
Porqué durmiendo lo veo llegar,
No quiero abrir los ojos por las mañanas,
A pesar de que más de las doce son ya.
Me estoy volviendo loco lentamente,
Estoy perdiendo la poca razón.
Ayúdame Dios mío a detenerme,
Ayudame, te lo pido de corazón.
jueves, 25 de mayo de 2000