Sin aviso, sin trompetas
Entre el silencio y oscuridad,
Llegó un hombre que está marcado,
Llegó aquel que el cambio hará.
No es político, ni es poderoso,
No tiene dinero a raudal.
Desprecia aquellos que dependen,
Que viven de todo lo material.
No es que llegase por sorpresa,
La venida hace mucho predicha está.
Y no llegó desde otro planeta,
Nació y creció entre la humanidad.
Ninguno conoce su verdadero nombre,
Ninguno siquiera lo puede pronunciar,
Tan sólo se le llama por un apodo,
Jesús, el crucificado, el que dijo que va a regresar.
Pues bien, ya se encuentra entre nosotros,
Está pendiente de lo que pasando está,
Sabe todo el mal que se comete,
Sabe también a quién ha de perdonar.
Dichosos aquellos que serán salvados,
Pobres aquellos que perdidos están.
No existe nadie en este mundo,
Que a los últimos pueda salvar.
La lucha final ya casi empieza,
Tenemos tiquetes en el palco principal,
Y somos más que meros espectadores,
Participamos en esta pelea por igual.
No hay punto medio en este combate,
Tan sólo dos fuerzas se enfrentarán,
Ahora no habrá países neutrales,
Todos serán del Bien o del Mal.
Viernes, 20 de octubre de 2000