Yo te maldigo, corazón,

Pues tú insistes, con locura,

Amar la que no da amor,

A la que del amor abjura.

 

Y tu insistes, desgraciado,

Sin importar el desengaño,

Sin mirar las consecuencias,

Y ahogándote en llanto.

 

Yo te maldigo por amar,

Como un adicto al rechazo,

Ponerla en un pedestal,

Soñando con su tierno abrazo.

 

Tú me vendiste, me cambiaste,

Me entregaste a Cupido.

Un ángel, que es un demonio.

Y debe estar en el olvido.

 

Yo te maldigo por sufrir,

Por desangrarme gota a gota,

Soñando con un tierno amor,

Cuando tan solo hay derrota.

 

Yo te maldigo, te prevengo,

Ruego y clamo que olvides.

Pues no merece ella amor.

En eso conmigo tú coincides.

 

Y, no obstante, como un ciego,

Insistes en amarla más.

Olvidándote de todo:

No puedes más, tan solo dar.

 

Le entregas llaves de mi alma,

Le das mi vida en bandeja.

Por su amor derramas sangre,

Soñando que sea mi pareja.

 

Yo te maldigo, corazón,

Pues tu desoyes los consejos.

No te importa la razón,

La lógica la enviaste lejos.

 

Yo te maldigo, porque tú,

Me sigues dando esperanza,

De que tal vez, alguna vez,

A ella yo le haga falta.

 

Tú, me desangras, me agotas…

Y… sin embargo… me das vida,

En el momento en que el alma

Por poco queda destruida.

 

Yo te maldigo, corazón,

Por levantarme nuevamente,

Y entrar en lucha por amor,

Guerra que dura eternamente.

 

Así que toma… Te lo entrego.

Está maltrecho y maldecido…

Pero es tuyo. Siempre lo ha sido.

Desde que tú lo has querido…

 

Y no importa lo que hagas,

No importa cuánto lo maltrates.

Es tuyo y de nadie más.

Aunque de mí, no te percates.

 

Lunes, agosto 13 de 2018

 

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