Mucho tiempo ha pasado, lo acepto.
Mucha agua bajo el puente ha corrido.
He vivido como un zombie de la noche,
Sin saber lo que había ocurrido.
No entendía, no quería entenderlo,
No aceptaba que mi vida había cambiado.
No sabía que lo que yo sentía,
Era el vacío que su ausencia ha dejado.
No comprendía la rutina que hacía,
En ella, como si nada, ya seguía.
Fue una noche que, triste y abatido,
Comprendí que ella nunca volvería.
Quedé desecho, destruido, abatido.
Lloré a mares, como nunca había llorado.
Y el dolor que en mi pecho florecía,
Salió en un bramido de la nada.
El corazón quería salirse de mi pecho,
Y con mis manos mi pecho arañaba,
Tratando de darle al corazón escape,
Al dolor que mi pecho desbordaba.
No asimilaba a quién había perdido.
Seguía sin poder yo aceptarlo,
Pues ella fue siempre compañía,
Fue mi amiga, mi madre a quién amaba.
Sigo aun sin poder reconocerlo.
Y sigo sin poder asimilarlo.
Pues el dolor que viene con su muerte,
Ha sido imposible aplacarlo.
¡Oh madre! ¡Madrecita de mi alma!
Un pedacito de mi alma está contigo.
Le pido a mi ángel de la guarda,
Que tu recuerdo por siempre sea querido.
Y mientras, espérame en el Cielo,
Más tarde vendré yo a buscarte.
Y lo que yo más que nada quiero,
Es que mi alma pueda encontrarte.
Espérame en el Cielo, madrecita.
Espero que de mí estés orgullosa,
Pues mi vida sigue con presteza,
Como siempre me enseñaste, ¡mi hermosa!
Por siempre te estaré agradecido,
Por siempre recordaré tus enseñanzas.
Y aunque jamás llene el vacío,
Que estés arriba, me llena de esperanza.
Te amo madre y me siento bendecido.
Tu amor desde el Cielo me alcanza.
Con certeza sé que, en algún tiempo,
Una vez más podré yo abrazarte.
Espérame en el Cielo… mientras tanto…
Te amo
Te extraño
Te siento
Viernes, Junio 21, 2024