Una de las películas con Robin Williams que más me gustó fue “Hook”, donde él interpretó el papel de un Peter Pan adulto, que tiene que regresar a ese mundo infantil de sueños, fantasías y magia. Tal vez esa es la asociación que por siempre tendré de este maravilloso actor: el hombre que hacía lo imposible por llevar a su público a ese mundo de fantasía, ya sea devolviéndonos a la niñez por una hora y media, o adentrándonos en el drama del adulto cotidiano, haciéndolo único e irrepetible.
El 11 de agosto del 2014 Robin Williams dejó de existir. No importa cómo eso sucedió. No importan las facetas obscuras de su vida ya que todos tenemos esqueletos escondidos en el closet. Lo que importa es que una gran persona se ha ido. Lo que importa son las alegrías, tristezas, triunfos, felicidad, lágrimas y lecciones que este Gran Actor nos dejó a través de una ardua vida de dedicación y trabajo.
Miro hacia atrás y recuerdo que las películas que algo han dejado en mi vida y alguna lección me han enseñado, cuentan con un papel interpretado por él. La energía que irradiaba al interpretar sus roles lo hacía inolvidable. Transmitía al personaje una vida propia que compenetraba con los espectadores a punto tal, que uno olvidaba que estaba viendo una película. Se sentía parte de la misma. No solo un espectador. Pocos actores como él han logrado este efecto en el público.
Robin Williams se fue. Al irse, una nueva leyenda del cine ha nacido.
Gracias, Robin Williams. Te aplaudo de pie.
Agosto 12 de 2014