La energía me abandona.
Se va al hoyo negro.
La absorbe el dolor,
Y se destruye el sentimiento.
La muerte está a mis espaldas,
Su vaho me hace retumbar.
Las piernas ya no me sostienen,
El corazón ya va a parar.
Y en la simpleza del momento,
No es mi vida la que sufre.
Mi alma está tranquila,
Así la muerte detrás se pudre.
Y no transcurren ante mis ojos,
Mis momentos más preciados.
Yo no los veo, con razón,
A todos ya he olvidado.
Tan sólo espero el sablazo,
Pero la muerte no se mueve,
Espera que tenga el coraje,
De verla a ella de frente.
No siento miedo, ni pesar.
Tan sólo queda el vacío.
Y la muerte atrás está,
Pendiente de cada latido.
Y no me afana, es paciente.
Espera que termine de sentir.
¿Sentir? Yo me pregunto,
si ya olvidé lo que es vivir.
Y me doy vuelta lentamente,
Y veo el negro capuchón.
Saco mi pecho sin aspavientos,
Y ella atraviesa mi corazón.
Viernes, 29 de abril de 2004